Todas las organizaciones tanto públicas como privadas, pueden llegar a padecer a un jefe, jerarca, encargado o director que, sin lugar a la menor duda, no es apto para el cargo que ocupa. Esto puede darse por múltiples razones, algunas inherentes a la propia organización, otras a un sistema perverso que no permite realizar una correcta selección de personal idóneo, aspectos económicos, falta de profesionalización en la gestión y muchas otras más.

“No estar apto” para determinado cargo no significa que no lo sea para otro lugar o en otra actividad. No nos interesa denigrar a nadie, sino que hay personas con capacidad, conocimiento, liderazgo, profesionalismo, humildad y hay otras que no tienen ninguna de estas características y están allí en cargos con poder de decisión. En oportunidades es mucho peor: “son nuestros jefes”.

Existen estudios que dicen que el motivo principal de la renuncia de personal es el “contexto laboral” y relacionamiento con su jefe y no los honorarios percibidos.

Algunas organizaciones son más propicias para padecer esta situación. El primer lugar la administración pública donde, los cargos son elegidos más por afinidad política que por su idoneidad. También en las empresas familiares considerándose que la descendencia es más importante que la capacidad, al igual que en las micro, pequeñas y medianas empresas donde les es difícil pagar un buen técnico.

No hay peor situación para cualquier trabajador, empleado o funcionario que tener un jefe “mediocre”. Es realmente insoportable y muchas veces genera impotencia porque en su gran mayoría este tipo de personas con poder son toscas, testarudas, sin ninguna capacidad empática, con poca o nula capacidad técnica, no reconocen jamás los éxitos del equipo y para peor, «no escuchan».

A jefe mediocre con poder, huye sin dudar o tu salud te lo indicará” 

Pin It on Pinterest